martes, 2 de enero de 2007

Mater Admirabilis



En el claustro del Monasterio de la Trinidad del Monte, construido sobre la colina del Pincio, frente a la Plaza de España de Roma, se venera el fresco de MATER ADMIRABILIS. El monasterio se fundó en el siglo XV por San Francisco de Paula gracias a la generosidad de los Reyes de Francia.

Este edificio de tan vieja historia se entregó a las Religiosas del Sagrado Corazón en 1828, de acuerdo con los deseos expresados por el Papa León XII, para que instalaran allí un colegio.

Una postulante francesa, Paulina Perdrau, más tarde Religiosa del Sagrado Corazón, estudia arte en Roma en 1844. Vive en la Trinidad y se siente movida a "hacer venir a la Santísima Virgen" pintando su imagen en uno de los muros del claustro.

Paulina tenía talento pero desconocía las técnicas de la pintura al fresco. Obtenido el permiso de la superiora, la hermana Perdrau alentada solamente por las niñas pequeñas, puso mano a los pinceles.

Con gran trabajo y muchas horas de dedicación, terminó la obra. Los colores resultaron demasiado vivos y la pintura se destinó a ser cubierta con cal. Mientras, se ocultaba a las miradas ajenas. «Espere, señorita -decía el albañil que ayudó a preparar el muro- encerramos ladrillos pero saldrán rosas».

Cuando pasó el plazo de indulgencia y se iba a encalar el fresco, apareció bajo el lienzo que lo cubría la imagen de Mater, como hoy se observa.

Se llamó a la Virgen "la Madona del lirio” hasta el 20 de octubre de 1846. El Papa Pío IX de visita en la Trinidad, al ver la imagen la bendijo y exclamó: «¡Verdaderamente es Mater Admirabilis!», nombre por el que se la conoce.

Mater Admirabilis, abierta al mundo, en actitud de interioridad en el trabajo y la oración, parece llamar hacia la vida interior. Virgen de lo invisible y de lo esencial, recoge y fija la atención hacia los valores eternos y las realidades de la fe.

En todas las casas y comunidades del Sagrado Corazón a través de los cinco continentes, está ella, “joya de la Congregación”, como presencia e invitación a saber traspasar la realidad con una mirada como la suya.